Un agente de Policía que había sido denunciado por violencia de género por su pareja, oficial de la misma fuerza de seguridad provincial, se suicidó esta madrugada en Posadas al dispararse con su arma reglamentaria. El hecho se produjo cuando una comisión policial-judicial iba a detenerlo.
Lucas Matías Ortiz (24) dejó de existir a las 6 en el hospital Ramón Madariaga, adonde había sido llevado en estado crítico, irreversible.
En la residencia de la avenida Blas Parera 6728 (chacra 136), los investigadores decomisaron la pistola y una vaina servida. El muchacho estaba en un sillón, rodeado de un charco de sangre.
Pero la historia, que tuvo ese desenlace brutal, había comenzado a escribirse ayer alrededor de las 17, cuando Ortiz volvía a Posadas desde el interior en un micro con su pareja, la flamante oficial subayudante Alejandra Rodas (22). Al parecer, un viaje de fin de estudios que ella tenía previsto al Brasil ya había sido motivo de controversia. En la víspera, el joven, en el colectivo, volvió a preguntarle si ella iba a viajar con sus compañeros y como ella no le respondió, él le aplicó un puñetazo y un cabezazo, todo esto está asentado en la denuncia que la funcionaria radicó ante sus pares de la Comisaría de la Mujer de la Zona Oeste.
“No sabés lo que te espera cuando lleguemos a casa. Te voy a reventar”, le habría dicho Ortiz. Por eso, al bajarse en la terminal de ómnibus, la chica se tomó un remís sola y avisó a su madre que fuera a la vivienda de la pareja, porque temía por su vida.
Rodas fue hasta el domicilio que compartía con Ortiz y empezó a sacar sus cosas. Allí estaba su madre de testigo. Entonces apareció el agente y, siempre de acuerdo con la denuncia, tomó del cuello a la muchacha y le dijo: “Conmigo no voy a joder, te voy a matar”.
La oficial y su madre salieron a toda marcha de la residencia y a bordo de otro remís fueron hasta la Comisaría de la Mujer para la denuncia.
Alrededor de las 2.30, una comisión policial-judicial fue hasta la casa del agente a buscarlo. Cuando estaba en la vereda, escuchó una detonación. Era un balazo. Como la puerta estaba cerrada y nadie respondía, los uniformados le pidieron autorización a Mercedes, la abuela de Ortiz, para entrar. Segundos después encontraron al policía agonizando en el sillón. Casi cuatro horas después, falleció por el balazo que se había efectuado en la cabeza.
Fuente: Misionesonline