La nueva producción de Sebastián Ortega para la televisión argentina “Un gallo para Esculapio” cosechó críticas en la provincia por el acento que dio el protagonista que interpreta a Nelson, un misionero que llega a Buenos Aires en busca de su hermano.
Pasaron 16 años desde “Yago, pasión morena”, la telenovela argentina que quedó grabada en la memoria de los misioneros como un estigma, donde Facundo Arana interpretaba a un hombre solitario que vivía en medio de la selva misionera. Ahora, la serie, también emitida por el canal Telefé, “Un gallo para Esculapio”, vuelve a tener como protagonista a un “misionero”. En la nueva producción de Sebastián Ortega, que se estrenó el 15 de este mes, el joven actor Peter Lanzani da vida a Nelson, un misionero que viaja desde la tierra colorada a Buenos Aires con un gallo de riña para su hermano Roque. Al no poder encontrarse con él, emprende su búsqueda por el difícil escenario del conurbano bonaerense. Siguiendo las pistas sobre su paradero, se vincula con Chelo, gallero y jefe de una banda de piratas del asfalto.
A pocos días del estreno de la serie, las redes sociales estallaron de publicaciones de misioneros que no se sintieron representados por la tonada del personaje que el actor de la película El Clan preparó durante un mes junto a dos coach y visitando la provincia. Según Lanzani, fue su papel más desafiante, “Te termina acotando muchísimo porque es muy difícil terminar de lograr una improvisación con una tonada que no es tan fácil de interiorizar. Es bastante diferente a la nuestra y tiene sus yeites. Las ‘eses’ que no las usan, los cantitos”, expresó en una entrevista con La Nación. Sin embargo, el esfuerzo del actor parece no ser suficiente ante los ojos de un público que –nuevamente- se vio ridiculizado en una ficción. Bajo la lupa por maltrato animal El otro detalle por el que la serie fue fuertemente cuestionada, es la riña de gallos. Christian Casas Cassataro, un abogado que litiga en varias causas por violencia contra animales pidió “la intervención de oficio de la fiscalía de jurisdicción del canal (Telefé)”, por entender que la novela que narra escenas de riñas de gallos comete apología del delito y “tira por la borda el trabajo que muchos proteccionistas y personas de bien realizan a lo largo de años, dejan sin sentido el tiempo invertido y dinero del bolsillos que dedican los rescatistas a diferentes casos de maltrato y crueldad animal”. En 1954 prohibieron las riñas de gallos en la Argentina, pero en la clandestinidad esta actividad milenaria atrae a miles de personas que tienen como distracción estas luchas entre aves violentas por naturaleza.
Fuente: Misionescuatro