Nicolás Machado encarna la síntesis perfecta del verdadero espíritu deportivo: la superación de uno mismo. Tiene 17 años y es no vidente, pero la limitación visual nunca fue impedimento para su desarrollo intelectual y social. Tiene amigos, es un gran alumno y nunca se refugió en la autocompasión. Es más, de chiquito aprendió a andar en bicicleta. Su voluntad y sus ganas son claves en el día a día, como también el incondicional amor de sus padres, Albin Machado y Cristina Paredes.
Nació prematuro y permaneció un mes y medio en incubadora, donde sufrió un desprendimiento de retina por exceso de oxígeno. Viajaron a Buenos Aires, donde lo operaron tres veces, pero no recuperó la vista. Sus padres siempre lo estimularon y contó con asistencia de buenos profesionales. “A veces no teníamos dos pesos para viajar a Posadas para el tratamiento, entonces recurríamos a los vecinos y conseguíamos, pero nunca dejamos la rehabilitación”, recordaron emocionados.
Ayer, Nico corrió la maratón del inmigrante, asistido por su amigo Tobías Flores, hijo del gran profe Chino. Emocionó ver su cara de satisfacción al cruzar la meta y el efecto positivo que generó en el público. Impresionante lo que transmite el corazón gigante de éste campeón de la vida, un súper héroe de verdad.
Por Daniel Villamea