Las modalidades utilizadas por las bandas de narcotraficantes para transportar marihuana ya no sorprenden. En las tradicionales cunas de madera o escondida debajo de bolsas de carbón, en camiones cisternas o entre frutas de sandías. Todo es producto del ingenio narco y el año pasado, mamones verdes sirvieron para ocultar una millonaria carga de estupefacientes detectada en Corrientes.
Y relacionado a esa última forma de envío estuvo un camionero misionero, domiciliado en el barrio Paso Viejo de Candelaria. Se llama Rubén Ortiz (41). Fue detenido el 8 de mayo del año pasado en un control desplegado por Gendarmería Nacional en la localidad de Santo Tomé.
No sólo lo descubrieron transportando alrededor de 650 kilos de la droga, que confesó le había dado “un señor petiso, pelado, de Posadas”, sino que en su desesperación por zafar de la cárcel ofreció, según los gendarmes que intervinieron, un millón de pesos para que lo dejen continuar el viaje.
Ese intento de coima (que Ortiz negó en dos audiencias indagatoria), más la marihuana que llevaba, lo depositó directamente en prisión hasta que ahora, casi un año y medio después, se declaró culpable admitiendo su responsabilidad para finalmente aceptar una condena de cinco años y dos meses de prisión.
El triunvirato de jueces del Tribunal Federal de Corrientes, Víctor Fernando Alonso, Fermín Amado Ceroleni y Lucrecia Rojas de Badaró, coincidió unánimemente en la pena impuesta por transporte de estupefacientes, en concurso real con el delito de cohecho.
Negó el cohecho
Según consta en el expediente, el camionero salió de Colonia Aurora durante la noche del sábado 7 de mayo de 2016 hasta que, entrada la madrugada, comenzó a atravesar Corrientes ya que se dirigía a Córdoba. El domingo 8 a las 9:30 llegó con el camión Scania (dominio USJ394) con semirremolque (dominio BDO758) al puesto de control fitosanitario dispuesto por Gendarmería Nacional sobre la ruta nacional 14.
Le hicieron señas para que se detenga pero pretendió seguir, por eso el cabo Anselmo Osorio se puso adelante del transporte, iniciando de esa forma el procedimiento que permitió encontrar los 650 kilos de droga.
El misionero admitió en el juicio abreviado que en ese momento los federales le pidieron que exhiba los documentos del camión y de la carga, que aseguró eran solamente mamones. Pero el gendarme observó adentro de la cabina y en el sector de la cama una gran cantidad de bolsas de arpillera, con paquete similares a ladrillos de marihuana que Ortiz reconoció como de repuestos para automóviles. No le creyeron.
Según los uniformados, su versión llegó de la mano con el ofrecimiento de un millón de pesos, pero en su indagatoria éste lo negó: “En ningún momento le ofrecí plata, como puede ser que teniendo 800 pesos le haya ofrecido un millón. Ellos revisaron todo el camión y no encontraron ese dinero. Yo soy humilde y no cuento con esa plata”.
Según la pesquisa, no solo no aceptaron la plata sino que detuvieron a Ortiz llevándolo junto al camión hasta la dependencia, donde descubrieron que lo que llevaba en la cabina y debajo de las frutas era marihuana. Se toparon con 35 bolsas que contenían más de 700 ladrillos de cannabis sativa, según el examen toxicológico.