Hoy se conoce la sentencia por la muerte de su hija Selene. La pequeña tenía dos años, y padecía una discapacidad. Tanto ella como el padre de la víctima son juzgados para determinar las responsabilidades de su muerte.
“Yo estoy anímicamente bien y a comparación del juicio pasado, no hubo agresión de la fiscal hacia mí. Se constato lo que dije con pruebas y esos testigos claves que decían se contradijeron. Para hoy espero o mejor. Ojalá sea la respuesta que yo deseo, sino hay que seguir luchando”, dijo la acusada en diálogo con Radio Libertad.
Respecto a cómo vive estos días, reconoció el permanente apoyo de su familia, su madre, hermanos y las organizaciones sociales que no la dejaron nunca. “Todo el acompañamiento que tuve me ayudó mucho para que el día de hoy este bien y pueda recibir la noticia que sea”.
Sobre los tres años que lleva recluida, confesó que los primeros meses fue duro y en especial por el trato del personal penitenciario. “Según tu causa, ellos hacían lo que ellos querían de vos. Un año después pudieron entrar la gente de Derechos Humanos contra la tortura. Ahí el maltrato físico y psicológico paró gracias a Dios. Todo cambió muchísimo. Lo más importante en todo eso siempre fue mi familia. A veces me quebraba, lloraba, gritaba y hablaba en el sueño. Para mí siempre fue importante saber que yo nunca hice nada. Mi mente y mi corazón siempre estuvieron tranquilos. Por la gente que me apoya y que se sepa como crie a mi hija. Yo sigo luchando mi familia que me espera afuera. Si yo estoy bien, van a estar bien, pero si me ven mal van a caer. Me duele verlos irse cada domingo y tener que entrar para otro lado”, sostuvo.
Finalmente dijo que cree en la Justicia y en Dios, quien le dará “fuerzas para salir” por la puerta que entró.