La crisis económica en esta ciudad impacta en todos los rubros sin excepción, aunque algunos se ven más afectados que otros. En el caso de los remiseros, la situación se ha vuelto insoportable, según sus propias evaluaciones, al punto de que algunos trabajadores buscan otra opción de trabajo, otros extienden sus horas en el servicio y tratan de subsistir a duras penas.
El movimiento “está bastante flojo, al menos en la terminal (de ómnibus), donde yo trabajo. El tema es que, con el aumento del combustible, se puso caro el servicio y la gente viaja en colectivo”, afirmó a PRIMERA EDICIÓN uno de los choferes. “A esto hay que sumar los gastos de habilitación, mantenimiento y pago del arancel impuesto por la Municipalidad”.
Para Juan Carlos Rossberg, propietario de la empresa pionera en el servicio, es imposible trasladar los costos a las tarifas: “Los vehículos subieron un 30% y los insumos, más; las tarifas no condicen con lo que gastamos, porque si aplicáramos (las subas), no tendríamos pasajeros. En 1994 comenzó la actividad acá y ahí se cobraba un peso el viaje. Ahora hay más requisitos, que casi son impagables. El chofer tiene que presentar antecedentes cada año, fumigación del vehículo y todo lo que conlleva al automóvil: se debe habilitar cada 6 meses y a veces el chofer debe ir tres veces al mes a la Municipalidad porque vence el carnet sanitario, la fumigación, la habilitación, el carnet… Somos pagadores seriales y, a fin de mes, poco queda”.
Además, lamentó, “cada vez son menos los viajes que se hacen. Existe un 30% menos de movimiento respecto al año pasado”.
Carlos tenía dos vehículos como remises: “Uno manejo yo y el otro tenía un chofer, pero debí vender un auto y mi chofer quedó sin trabajo. Me dolió mucho, pero era imposible sostener el auto. Entre darle su comisión y pagar para sostener el auto, salía perdiendo, así que tuve que quedarme con uno, el que yo manejo. Además, antes prácticamente cumplía solo el horario comercial, pero ahora estoy casi todo el día en la playa, esperando viajes”, confesó.
A la comuna no le pasa desapercibida la crisis del sector: “Los remiseros hacían 30 viajes por día y hoy hacen diez”, reconoció el secretario de Finanzas, Javier Carísimo.
Y el director de Inspección General, Guillermo Correa, especificó que actualmente son 281 los remises habilitados, cuando Oberá llegó a tener 360, y se van dando bajas de manera creciente.
El dato se desprende en relación a quienes cumplen los trámites legales, porque “hay autos que nunca se inscribieron y trabajan como tales, sobre todo los fines de semana. Allí apuntamos los controles estratégicos y pedimos ayuda de las empresas habilitadas, porque a ellas también les perjudican”, admitió el funcionario.
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