Es de siesta y el silencio impera en la tarde de Ñu Porá, en Garupá. Cada tanto, el pasar de una moto o el ladrido de un perro rompe esa escena típica de la tarde misionera. En la casa de los Ortiz, el silencio se siente más fuerte, parece que pesa y abraza a quien ingresa a la propiedad familiar. Cuando El Territorio los visita, están terminando de almorzar. Invitan a pasar y se nota cómo la tristeza y resignación son casi un denominador común en sus rostros.
Sebastián, quien se apresta para dialogar, es uno de los hermanos de Jorge Isabelino, cabo principal y maquinista del submarino ARA San Juan, del cual hoy se cumple el primer año del último contacto antes de perderse en las aguas del Mar Argentino, donde también iba la obereña Eliana Krawczyk, primera oficial submarinista de la historia.
Aquel día del año pasado, la desaparición del navío conmocionó a la sociedad y movilizó al mundo. Y aún hoy es un misterio el destino de sus 44 tripulantes. Es que todos los intentos por hallar el submarino fueron infructuosos y ahora, se estimó, la búsqueda recién se retomaría en febrero próximo.
Un bolso cargado de ilusiones
A los 20 años, Jorge agarró un bolso cargado de ilusiones, salió de Garupá y se fue con la mira puesta en ingresar a la Armada Argentina. El objetivo era claro: servir a la Patria. A noviembre de 2017, llevaba doce años en la fuerza nacional y desde hace tres años integraba las distintas tripulaciones de los submarinos argentinos.
Con la mirada perdida, sin fijarla en ningún objeto y el rostro cabizbajo, Sebastián rememora a su amado hermano: “Lo sigo recordando como el primer día. Yo no soy mucho de expresarme sobre esto, pero sigue el mismo sentimiento de aquel día, las mismas dudas, la misma incertidumbre. Recuerdo el último contacto”.
En el submarino, Jorge estaba encargado de los mantenimientos de la parte eléctrica. Por su trabajo en la Fuerza Armada, residía en Mar del Plata junto a su esposa y un hijo, que hoy tiene 3 años.
“Este año se pasó muy mal. Hay mucha incertidumbre, no se sabe lo que pasa, no se sabe si van a aparecer. Se sabe que hay muchas mentiras y todo eso te deja con mucha incertidumbre”, le dice a este medio Sebastián.
“Él se encargaba de las reparaciones eléctricas, salen a probar las naves después de los arreglos y verifican que todo ande bien, pero no me comentó que iba a hacer este viaje”, había explicado Ramón, el padre del submarinista en una charla con este matutino.
Dolor en soledad
Los Ortiz se sienten solos. Aunque no lo dicen explícitamente, creen que fueron dejados de lado por las instituciones. “El año pasado, cuando estuvimos en Mar del Plata, sí tuvimos un contacto, pero ellos no se comunican con nosotros”, dice en referencia al trato que tienen con la Armada y el Gobierno.
“No sé cómo serán con los otros familiares, pero con nosotros no se comunica nadie. No sé si mantienen comunicación con la esposa y el hijo, que ahora están en Mar del Plata”, completa Sebastián, al tiempo que destaca: “A veces tenemos algún tipo de contacto con algún otro familiar pero no es algo fluido porque estamos todos iguales”. Y anticipa que no fueron invitados a los actos oficiales que se harán hoy en la ciudad balnearia de la costa bonaerense.
Una foto y el último chat
La distancia hacía que el medio de comunicación más fluido entre los hermanos sea a través de las redes sociales. “Siempre que podía venía para las fiestas. Pero como yo vivía en Buenos Aires nos veíamos más de seguido o nos contactábamos por Facebook. Pero desde 2015 no nos veíamos, ese año me volví a Misiones y no nos vimos más”, recuerda su hermano. Hoy, su foto de perfil en WhatsApp es la de una bandera nacional con el nombre del integrante de la tripulación y la leyenda: “No olvidar”.
“Él era una persona muy dura, era de afirmarse. Apuntaba a algo y hasta que no lo conseguía no paraba. Y eso es lo que logró, él quería entrar en la Armada y lo logró, llegó a ser submarinista como él se propuso. Ese era su gran orgullo”, finaliza.
La búsqueda se retomaría en febrero
El miércoles 15 de noviembre del 2017 a las 7 de la mañana, el submarino que navegaba en el océano Atlántico a unos 320 kilómetros de la costa argentina, a la altura del golfo San Jorge, perdió contacto con la base. Días más tarde, se conoció que por esas horas se había registrado un “evento hidroacústico”, consistente con una explosión, en la zona del último contacto. Allí trabajaba el buque Seabed Constructor, de la estadounidense Ocean Infinity, que desde el 8 de septiembre barrió 21.000 kilómetros cuadrados y verificó 27 contactos submarinos sin resultados positivos. El plazo mínimo de búsqueda era de 60 días. El buque de búsqueda, por obligación a la autoridad marítima internacional, viajó a ser sometido a revisión anual en Sudáfrica. La búsqueda, previo desarrollo del nuevo plan, se retomaría en febrero.
Eliana entregó su vida a la Patria
Eliana Krawczyk era la jefa de armas de submarino ARA San Juan.
“El mejor homenaje que se les puede hacer a los 44 tripulantes es la verdad”, subrayó tiempo atrás Silvina Krawczyk, hermana de la submarinista Eliana Krawczyk (35), la obereña que integraba la tripulación del submarino ARA San Juan.
Es que, entre tantas distinciones, como el proyecto de poner el nombre de Eliana a una avenida de Oberá o la intención de construir un busto en su homenaje, para la familia Krawczyk la prioridad es hallar al submarino y saber qué pasó.
Hoy se cumple un año de la desaparición del ARA San Juan y el misterio persiste. Tal como ella misma reconoció en entrevistas previas, hasta los 21 años Eliana no había salido de la provincia de Misiones ni conocía el mar. Tras finalizar la secundaria, comenzó a estudiar en la Facultad Ingeniería local, pero las muertes de su hermano y su mamá produjeron un quiebre y decidió cambiar de rumbo. En 2002 la Armada abrió sus puertas a las mujeres y Eliana tomó conocimiento de la convocatoria a través de una publicidad en internet.
“Fui corriendo a la delegación de Posadas y me inscribí. Dejé todo y viajé a la Escuela Naval Militar de Ensenada. Llevé una foto de mamá en la billetera”, contó en una entrevista. En 2004 ingresó al primer año de la Escuela Naval.
Al llegar a Mar del Plata, base de los submarinos, empezaría su carrera para convertirse en la primera submarinista de la historia de la Armada Argentina. En 2009 se convirtió en oficial y tres años después ingresó a la Escuela de Submarinos, una fuerza que en 71 años nunca había sumado mujeres a sus filas. Pero no sólo eso, en 2012 se convirtió en la primera submarinista de Sudamérica y al momento de la desaparición del ARA era la jefa de armas del submarino. Hasta que a principios de 2017 fue promovida a teniente de navío.
Un acto y salva de cañones a un año del último contacto
El 15 de noviembre de 2017 la nave perdió todo contacto con los controles.
La Armada Argentina realizará esta tarde, en la base naval de Mar del Plata, una austera y cuidada ceremonia de reconocimiento para los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan, junto a unos 100 familiares que llegarán de distintas provincias, informó ayer el matutino porteño Clarín.
El acto incluirá una misa, salvas de cañón y toques de sirena replicados simultáneamente en todo el país. De esta manera, se recordará el primer aniversario del último contacto del buque desde algún lugar del Atlántico Sur. Incluso, se informó, se prevé la presencia del presidente Mauricio Macri.
La ceremonia será abierta al público y se desarrollará a partir de las 17.30 en la base naval donde tenía su asiento natural el submarino. Pero antes, a las 15, los familiares de los submarinistas realizarán como cada día 15 una concentración en el ingreso al predio para reafirmar su reclamo de que continúe la búsqueda de la embarcación. Está vez lo harán al mismo tiempo que el trabajo de rastrillaje y búsqueda vuelve a ser suspendido.
La ceremonia central se realizará en una de las canchas de fútbol del predio militar ubicado dentro del puerto de la localidad balnearia. “Lo que viene a representar esta ceremonia es el reconocimiento de la Armada y de la gente de la fuerza al submarino y a su tripulación al cumplirse un año de la última comunicación”, dijo el capitán Rodolfo Ramallo, jefe del Departamento de Comunicación de la Armada, al matutino porteño.
Luego de la lectura del nombre de cada tripulante, pedido que hicieron las familias, el jefe de la Armada entregará al comandante de la Fuerza de Submarinos, el capitán de navío Ciro Oscar García Repetto, el pabellón de guerra del ARA San Juan.
La bandera corresponde al submarino desaparecido, fue diseñada en 1987 e ingresará al cuadro de ceremonia en un cofre de madera. Su traspaso será acompañado por la marcha irlandesa En la mañana del Día de San Patricio, que rinde homenaje al almirante Guillermo Brown.
“El pabellón quedará simbólicamente bajo custodia de la Fuerza de Submarinos, hasta el día que el ARA San Juan aparezca”, explicó Ramallo.
Una vez finalizada la entrega de la bandera, se escucharán 21 salvas de cañón. Se trata de una antigua tradición naval internacional que simboliza las intenciones pacíficas de una embarcación que se acerca a un puerto y por eso descarga sus baterías.
Todavía es incierto lo que ocurrirá después de esta tarde. No se sabe qué camino tomará el Gobierno ni qué postura tomarán los familiares. Finalizados los trabajos del Seabed Constructor, se abre un signo de interrogación mayúsculo sobre la tragedia que se llevó la vida de 44 tripulantes en las profundidades del Mar Argentino, informó el sitio periodístico Perfil.
Por Esteban Bueseckinterior@elterritorio.com.ar
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