Un abrazo largo, pocas palabras, una ausencia fuerte. Fue liberada ayer la menor de 14 años que permaneció detenida durante once días en el marco de la investigación del homicidio de su beba Rita Sofía Gallardo, de apenas once meses de vida, registrado el pasado 15 de marzo en una vivienda de Villa Lindstrom.
La misma medida benefició a otro chico de 14 años, hermano de quien al momento del hecho era la pareja de la madre de la víctima, identificado como Isaías B. (19), quien continuará detenido e imputado por “homicidio calificado por la participación de menores”.
En el límite de los tiempos procesales, en la víspera la jueza de Instrucción Uno, Alba Kunzmann de Gauchat, remitió el sumario a su par del Juzgado Correccional y de Menores, Adriana Zajaczkowski, quien inmediatamente ordenó la liberación de los menores.
Por tratarse de inimputables, la magistrada simplemente se limitó a notificar a los tutores sobre los alcances de la causa, tras lo cual cada uno regresó con su familia.
La chica volvió con su mamá a Villa Sommer, municipio de Guaraní, mientras que el joven fue asistido por una hermana mayor que reside en Oberá.
“Hablé con la jueza y me explicó que van a venir asistentes sociales para controlar cómo estamos, y que más adelante nos van a citar al juzgado. Ahora lo importante es que mi hija esté tranquila y se recupere del infierno que vivió. Es muy joven y tiene toda la vida por delante. No va ser fácil porque le extraña mucho a la beba y ahora está muy triste”, reflexionó María Lloret (32).
El Territorio asistió al momento en que ambas regresaron a la casa y no había nadie para recibirlas, ya que las hermanitas estaban en la escuela y el papá se hallaba trabajando.
Pobreza y riesgo
Las dificultades de la familia son visibles: no tienen mesa ni sillas y cuando cocinan lo hacen a la intemperie, en un fogón, rogando que no llueva. No tienen agua potable y un vecino les “presta” electricidad para encender un par de focos, porque tampoco cuentan con heladera.
Una cama improvisada sobre ladrillos, un colchón en el piso y un par de cobijas. Nada más.
A esa realidad atravesada de carencias regresó la menor que recién el 19 de julio cumplirá 15 años, como aclaró en la víspera, respecto de la versión oficial que indicaba que ya tenía esa edad.
Basta con observar el roído colchón donde gastó sus horas de encierro, primero en la Seccional Segunda y después en la Quinta, para dimensionar la pobreza estructural y la vulnerabilidad absoluta de una madre adolescente criada en un entorno desprovisto de posibilidades.
Necesidades básicas insatisfechas desde temprana edad y riesgos cada vez mayores, al punto que a los 12 años fue violada y quedó embarazada. Incluso, en primera instancia acusaron a un vecino, pero tampoco se descarta un abuso intrafamiliar, reconocieron fuentes de la investigación.
Por ello, si bien es inimputable y desde el minuto cero su liberación era inminente, desde la Justicia argumentaron que se trató de una detención tendiente a proteger la integridad de la menor, hasta tanto se lograban las condiciones adecuadas para su reinserción familiar y social.
Pero más allá de lo teórico, lo cierto es que regresó a un ámbito de visible carencias y, a juzgar por los antecedentes, de cierto riesgo.
“Hice hasta sexto y después pasó eso… que quedé embarazada. Pero más adelante quiero terminar mi séptimo”, comentó la menor.
“Yo sueño con ella”
Tal como consta en el expediente judicial, al momento del deceso de su beba hacía apenas diez días que convivía con Isaías B. en Villa Lindstrom, de Oberá, adonde llegaron desde Villa Sommer. El día del hecho también estuvo presente el hermano del sospechoso.
El viernes 15, alrededor de las 23, la mamá y su pareja arribaron al hospital Samic con la beba ya sin signos vitales. Ambos se mostraron nerviosos y cayeron en contradicciones.
En consecuencia, la pediatra de guardia alertó telefónicamente a la Comisaría de la Mujer que la pequeña estaba muerta y con evidentes signos de violencia.
En tanto, el cuerpo fue remitido a la morgue judicial de Posadas para la autopsia que confirmó que la muerte de produjo por un “politraumatismo grave de cráneo y para cardiorrespiratorio”.
Además, se constataron múltiples hematomas en diferentes partes del cuerpo, un corte en la espalda y, para completar el cuadro de horror, lesiones compatibles con quemaduras de cigarrillo.
Ayer, en presencia de su madre, la chica aseguró que nunca lastimó a su beba y, sin entrar en detalles que la alteren, apuntó las responsabilidades hacia el mayor detenido.
También mencionó que “ese día él le pegó. Antes no le había tocado”, y agregó: “Yo le mezquinaba mucho a mi guainita. Ella era lo que yo más quería y hay momentos en que parece que le veo. Yo sueño con ella”.
Sobre los días que estuvo privada de la libertad, aseguró que en ningún momento la maltrataron, charló un par de veces con una psicóloga y aprovechó para leer un libro que le regaló una asistente social que la visitó.
“Es la historia de un perrito que aprendió a leer y escribir”, sintetizó con timidez. Quizás sea el primer paso para un nuevo comienzo y que pueda reescribir una mejor versión de su vida.
Necesidades a la vista
Si bien los progenitores de la menor están separados desde hace varios años, residen en el mismo terreno en Villa Sommer y mantienen una buena relación. La madre está a cargo de la tres niñas, de 14, 11 y 8 años, mientras que con el padre viven tres varones. Tal como informó este matutino la semana pasada, hace cuatro años las tres niñas fueron judicializadas e ingresadas al Hogar Mitaí de Oberá, luego de que la madre las abandonara para formar otra pareja. De todas formas, con el tiempo dicha relación se fue deteriorando y la mujer regresó a Guaraní, donde volvió a revincularse con sus hijas y la Justicia le restituyó a las menores. En ese contexto, hace dos años la Municipalidad de Guaraní le construyó una precaria vivienda de madera que ya está muy deteriorada. “No tiene cielorraso y cuando llueve se moja todo. Yo no puedo arreglar la casa porque vivimos al día. En realidad, a veces no tenemos para comer y es muy triste vivir así”, lamentó María Lloret, quien también acarrea un triste historial de abusos y necesidades insatisfechas.
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