Atemorizado por las continuas amenazas que recibe y la evidente impunidad de los agresores, un joven comerciante decidió relatar los pesares que le ocasionó haber tomado un préstamo en efectivo por parte de usureros colombianos.
En diálogo con El Territorio, Esteban A. (22) mencionó que en las últimas semanas radicó denuncias por hurto, lesiones y amenazas de muerte ante la Seccional Primera de Policía y la Fiscalía de Instrucción Uno.
“Mi temor es que recurrí a las autoridades e hice las denuncias, pero las amenazas son cada vez peores y prácticamente no puedo trabajar por el permanente hostigamiento de esta gente. Actúan con total impunidad, al punto que el 1 de marzo entraron a mi propiedad, me sacaron una computadora y quedó todo grabado, pero la Policía no hizo nada”, precisó.
Incluso, se mostró sorprendido por la confianza en el trato entre los denunciados y los uniformados que estaban de guardia al momento de radicar la denuncia.
Al respecto, relató que “cuando fui a la Seccional Primera vi que los colombianos entraron por el portón del costado, por avenida José Ingenieros, que es de uso interno. Después adentro estaban a las risas con los policías, quienes en todo momento me decían que no haga la denuncia, que arregle así nomás”.
“Al final, me terminaron devolviendo la computadora en la Seccional pero igual hice la denuncia, a pesar de que los policías insistían en que ya estaba solucionado. La verdad no sé si no querían trabajar, porque una denuncia implica papelerío, o si tienen algún tipo de relación con esta gente que presta plata”, especuló.
Las amenazas
Esteban A. reconoció que en un par de ocasiones tomó préstamos de parte de ciudadanos colombianos y no tuvo inconvenientes para pagar el 30 por ciento de interés que le exigían.
Se trata de créditos informales, conocidos como “gota a gota” porque se pagan cuotas diarias.
“Yo pagaba 870 por día y no tenía problemas porque el negocio andaba bien. El problema surgió cuando le salí de garante a un empleado, que al final no pagó y me empezaron a reclamar a mí. Tenían el 08 de mi moto y todo, pero querían que les pague todos los días lo mío y lo de mi empleado y había días en que no llegaba. Así empezaron las presiones y amenazas, hasta que una noche vinieron entre dos y se llevaron mi computadora de trabajo”, precisó.
Fue entonces que radicó la primera denuncia, aunque persistió el hostigamiento con llamados, mensajes y amenazas personales, declaró en Fiscalía.
“Como son muchos y están por todos lados, donde me cruzan me amenazan. La semana pasada me dijeron que van a mandar alguien para hacerme desaparecer. Que espere unos meses, a ver qué me pasa”, alertó.
En otra ocasión, recibió un llamado aterrador: “Ya te va llegar la hora, papito. Te voy a pegar donde más te duele”, en alusión a su concubina e hijos.
Asimismo, recordó el episodio padecido por el comerciante José Minim (54) y su familia, quienes en agosto del 2017 fueron víctima de una situación de rehenes a manos de dos colombianos.
“Hay gente muy buena, pero otros son capaces de hacer cualquier cosa, como ya pasó. Algunos se creen intocables y, por la manera en que actúan, parece que tienen cierta protección”, opinó.
Una fuga, varios indicios
En un hecho que nunca fue aclarado de manera oficial, en julio del año pasado un ciudadano colombiano fue liberado por “un descuido” de la Seccional Primera de Oberá, tal como reconocieron desde la UR II.
Sobre el sujeto pesaban dos causas penales, una por robo que se tramitaba en el Juzgado de Instrucción Uno y otra por venta de drogas, a cargo del Juzgado Federal.
Precisamente, si bien se ordenó la excarcelación de Julián M. (24) por el primer hecho, debía seguir tras las rejas por el segundo caso. Pero lo liberaron.
“Es un descuido muy grande, una falta gravísima que genera un montón de suspicacias. Justo en el momento en que el Gobierno hace hincapié en la lucha contra el narcomenudeo y desbaratan bandas, en Oberá sueltan sin orden a un detenido que encontraron con droga, balanza y plata”, lamentó una fuente oficial.
El caso del sujeto liberado por error generó un cimbronazo puertas adentro de la UR II e innumerables especulaciones en la comunidad.
El factor colombiano también quedó expuesto en el marco de la misteriosa desaparición del gomero Milton Schneider (53), quien fue visto por última vez el 28 de junio del año pasado. Según sus propios allegados, Schneider adeudaba más de 100 mil pesos a los prestamistas.
“Les debía como a diez colombianos y todos los días pasaban por su casa y la gomería. La Policía tiene conocimiento de eso y supuestamente investigaron, pero pasaron nueve meses y Milton no aparece”, lamentó un familiar.
fuente: el territorio
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