Jorge Padilla (25) trabaja en un cine de Oberá, pero nunca imaginó que sería protagonista de una historia digna de una película de acción con tiros y toma de rehenes. Tampoco conocía Brasil ni pensó que su primera visita al vecino país le tenía reservada una experiencia límite e inolvidable.
El miércoles, el joven obereño acompañó e hizo las veces de chofer de una pareja conocida hasta la localidad de Porto Xavier, limítrofe con la misionera San Javier, adonde viajaron para comprar algunas herramientas de trabajo.
“Fue la segunda vez que me dieron la camioneta para hacer un mandado y nunca imaginé lo que nos esperaba. Prácticamente estuvimos cara a cara con la muerte”, reflexionó Padilla, quien fue el primer rehén de la banda que asaltó la sucursal de Porto Xavier del Banco Do Brasil.
En diálogo con El Territorio, contó detalles estremecedores del hecho que se cobró la vida de un efectivo de la Brigada Militar, identificado como Fabiano Heck Lunkes (34), asesinado ayer en medio de un enfrentamiento a tiros con los delincuentes en fuga.
Padilla confirmó que fueron seis los sujetos que perpetraron el atraco a la sucursal bancaria, quienes estaban equipados con armas largas y chalecos antibalas.
“Les tiraban a todo lo que se movía”, graficó, al tiempo que reconoció: “Sentí miedo cuando empezaron a disparar con nosotros como escudo humano y del otro lado la Policía les contestaba a los tiros”.
Al momento de la charla mencionó que le todavía le zumbaban los oídos producto de los estruendos del FAL que uno de los delincuentes apoyó sobre su hombro para disparar.
“Tiraban a matar”
El joven viajó a Brasil en compañía de María (71) y su esposo Alfonso (81), conocidos de la familia que poseen un furgón Volkswagen que resultó central en la trama de la historia.
Ya más distendido en la tranquilidad de su casa, comentó que “el miércoles tenía franco en mi trabajo y fui con ellos para ayudarles a manejar. A eso de las 12 llegamos al puerto de San Javier y tuvimos que esperar la balsa que salía a las 14. Una vez que cruzamos el río, hicimos unas pocas cuadras y llegando al banco nos atajó un tipo apuntando con un arma”.
“Ahí estacioné y apagué el motor. El tipo se acercó, me dijo que me baje con las manos arriba y que me saque la remera. Le hizo bajar a Alfonso y le agarró del brazo; ahí Alfonso se retobó y se quiso sacar, pero le dije que se tranquilice. La señora también le habló”, agregó.
Lo que Padilla no supo entonces -y se enteró más tarde- fue que don Alfonso tuvo tiempo de sacar la llave del furgón, lo que después impidió que los malandras escaparan de la escena con su vehículo.
Con la experiencia aún fresca, el muchacho aseguró que fue el primer rehén utilizado como escudo humano frente al banco.
“Cuando empezaron a cargar las armas me di cuenta de que era una situación complicada. Afuera eran dos encapuchados, uno puso la escopeta sobre mi hombro y empezó a tirar a lo que se movía. Le tiraban a la Policía, a los autos que pasaban. Y tiraban a matar”, remarcó.
En paralelo a los sucesos del exterior, en el interior de la sucursal bancaria otros cuatro ladrones saqueaban las cajas. También sacaron a varios rehenes del banco pensando en la fuga.
“Nos hicieron tomarnos de la mano y los varones tuvimos que sacarnos las camisas. Después me enteré que fue para que la Policía sepa que éramos rehenes”, explicó.
La situación se extendió por casi media hora, lapso en que los captores no los agredieron físicamente, reconoció.
Una vez que tomaron el botín, los malvivientes salieron del banco a los tiros y, en primera instancia, subieron al furgón de Alfonso, pero se toparon con que no estaban las llaves.
Padilla precisó que lo ubicaron en la parte posterior mientras que los enmascarados cargaron las bolsas y las armas.
“Pero cuando estábamos por salir, el chofer se dio cuenta de que no estaba la llave. El tipo me apuntó a la cabeza y me pedía la llave. No tengo, le decía yo. Gracias a Dios me creyeron. Se bajaron, cargaron las cosas en otros dos autos que robaron y se fueron. Yo me tiré atrás de la camioneta y esperé un rato que paren los tiros”, explicó.
Transcurridos los instantes que parecieron eternos, el joven descendió del furgón y fue en busca de María y Alfonso, quienes se habían refugiado en un comercio vecino.
Al respecto, con una mueca de admiración, comentó que “en el momento que Alfonso se retobó, justo empezaron los tiros y los delincuentes no les prestaron atención, tal vez porque son personas mayores. Entonces ellos aprovecharon y se fueron caminando hasta una ferretería, donde se resguardaron”.
“Después le pregunté a Alfonso por la llave y la sacó del bolsillo. Ahí le di un abrazo y le dije que es un capo”, subrayó.
Luego, cuando se preparaban para regresar, encontraron un bolso lleno de plata en el interior de la camioneta que la Policía ni siquiera había revisado en el apuro de la persecución. “Por supuesto que lo devolvimos”, aclaró Padilla.
Falleció un policía en el tiroteo
La búsqueda de los delincuentes seguía ayer con policías civiles y militares de toda la zona, con el apoyo de efectivos del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (Bope), que arribaron especialmente desde Porto Alegre, además de canes especializados.
El cerco policial está dispuesto en la zona rural de una localidad llamada Campina das Missões, a unos 60 kilómetros de Porto Xavier.
En horas de la mañana se conoció que los delincuentes intercambiaron disparos con los efectivos nuevamente y por este enfrentamiento perdió la vida el policía militar Fabiano Heck Lunkes.
Según detalló la jefa del operativo, la mayor Vanessa Peripolli, del Cuarto Batallón de Policía de Área de Frontera de la Brigada Militar, al portal Rádio São Luiz, el intercambio de tiros ocurrió cerca de las 3.30 de la madrugada. En la zona, la consternación era generalizada.
Aún no hay precisiones de cuantos delincuentes están en el lugar, pero los investigadores consideran que son solamente dos, armados con fusiles. Nadie fue detenido aún.
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