Una menor de 13 años se fugó de su casa en jurisdicción de la localidad de Colonia Alberdi y, en primera instancia, las autoridades lo catalogaron como una “travesura” propia de la edad. Transcurridos un par de días fue hallada en casa de una familia conocida y restituida a su madre, en la zona rural.
Sin embargo, una semana más tarde la nena volvió a desaparecer, lo que resultó una desesperada estrategia para escapar del infierno que vivía a manos del concubino de su progenitora, un hombre identificado como Javier M.
Al ser ubicada por segunda vez e indagada por los efectivos policiales, la adolescente declaró que su padrastro la violaba y la amenazaba para que no le cuente a nadie su calvario, tras lo cual fue radicada la correspondiente denuncia.
Una comisión policial llegó hasta la chacra donde residían, pero el acusado no estaba ni tampoco regresó en los días posteriores.
Transcurrieron varios meses y la Policía no lograba dar con el implicado, que fue declarado rebelde por el juzgado de instrucción interviniente. Es más, se mantuvo prófugo durante un año.
Ante la impunidad que gozaba el sujeto, el padre de la víctima se decidió a buscarlo por sus propios medios, para lo que destinó sus horas de descanso de las duras labores de la chacra.
Cada vez que tuvo un dato cierto, se lo entregó a las autoridades, pero no había novedades.
La justificación de los efectivos de la Comisaría de Alberdi era que el prófugo se enteraba que lo buscaban y lograba escapar.
Incluso, luego se confirmó que votó sin ningún inconveniente en las elecciones de octubre pasado, lo que puso en evidencia las limitaciones de la pesquisa.
Frustrado por la falta de respuestas, el padre de la víctima -un productor rural que reside en el mismo municipio- intensificó la búsqueda y descubrió que el sospechoso estaba viviendo en la misma casa que su hija, en una propiedad de ruta provincial 6, límite con Campo Viera.
Durante días hizo guardia oculto en inmediaciones del lugar hasta confirmar la presencia del depravado. Más tarde reconoció que coqueteó con la idea de actuar por mano propia para rescatar a su hija.
Tras confirmar que el sospechoso residía en la propiedad, el padre de la menor dio aviso a la Policía y finalmente lograron detener al acusado.
Efectivos de la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional II realizaron tareas encubiertas y lo aprehendieron cuando salía de realizar un trámite en la delegación de la Anses, en Oberá.
“Estuvo un año prófugo, alternando diferentes lugares de residencia, pero se sospecha que siempre en cercanías de la vivienda de la víctima. Por último se habrá confiado y regresó a vivir a la misma propiedad. Lo que no imaginaba era que el padre de la nena lo estaba siguiendo y fue quien lo entregó a las autoridades para que sea juzgado”, comentó una fuente.
El sospechoso fue detenido a principios de diciembre por orden del Juzgado de Instrucción Uno de Oberá y está acusado de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo, delito que contempla una pena de hasta 20 años de prisión.
En tanto, para los primeros días de febrero se prevé la declaración de la menor en Cámara Gesell, considerara una prueba clave en delitos contra la integridad sexual de menores.
La Justicia también pretende determinar cuál fue el rol de la madre, es decir si albergó al acusado por propia decisión o recibió algún tipo de presión, puesto que también tiene un hijo con él.
Búsqueda infructuosa
La denuncia de la adolescente fue radicada en diciembre del 2018, luego que relató lo que padecía a manos del concubino de su mamá. Tras dos fugas de hogar en pocos días, al ser indagada por personal policial femenino la menor rompió en llanto y comentó detalles del calvario que sufría. Además de someterla sexualmente, su padrastro la habría amenazado para que no cuente lo que le hacía. Radicada la denuncia, el sospechoso se dio a la fuga y la víctima regresó a la chacra con su madre y sus hermanos, el más pequeño, hijo del acusado. Sobre la demora en dar con el sujeto, los investigadores argumentaron que la búsqueda se vio dificultada por tratarse de un entorno rural de gran extensión.Incluso, el implicado es oriundo de la zona y conoce en detalle los intrincados caminos, picadas y parajes. Tampoco se descarta que haya contado con asistencia de familiares y amigos durante los meses que permaneció prófugo. En tanto, a pesar de las sospechas en su contra, la progenitora ostenta la custodia de su hija y pondría trabas para el contacto con el padre, aunque éste nunca se desentendió de la menor y fue clave para detener al acusado de violarla.
FUENTE EL TERRITORIO/ POR DANIEL VILLAMEA