Infobae accedió de manera exclusiva a los primeros resultados de un tratamiento llevado adelante en la Argentina con ibuprofeno inhalado, cuyo uso compasivo en pacientes moderados y graves con COVID-19 produjo “una mejoría inmediata de los síntomas”.
Cuando allá por mayo se conocía que científicos cordobeses habían logrado un producto para realizar nebulizaciones, a base de ibuprofeno modificado, con el cual revirtieron casos de coronavirus, la mayoría del mundo científico aún se mantenía firme en la idea que había echado a rodar el ministro de Salud de Francia Olivier Véran acerca de que la toma de antiinflamatorios como el ibuprofeno y la cortisona podría ser un factor agravante de la infección por SARS-CoV-2.
Las idas y vueltas respecto a recomendar -o no- el uso de ibuprofeno como tratamiento para bajar la fiebre y disminuir el dolor corporal en pacientes con coronavirus terminaron por desconcertar tanto a pacientes como a profesionales de la salud.
Un concepto sí está claro: la automedicación nunca debe ser una opción, menos aún en tiempos de pandemia por un virus desconocido contra el que no existe vacuna ni tratamiento específico. A pesar de que en un primer momento la Organización Mundial de la Salud (OMS) desaconsejó su uso para tratar el coronavirus, no obstante, recomendó en los casos de “automedicación” el uso de paracetamol como primera opción para bajar la fiebre en las personas en tratamiento por la infección.
Al mismo tiempo, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) confirmó en abril que “no hay evidencia científica que establezca un vínculo entre el ibuprofeno y el empeoramiento de COVID 19”. La entidad recomendó que “al comenzar el tratamiento para la fiebre o el dolor en COVID-19, los pacientes y los profesionales de la salud, deben considerar todas las opciones de tratamiento disponibles” y agregó que “pueden continuar usando analgésicos no esteroides como el ibuprofeno según la información aprobada del producto”.
Ahora, con más de 700 mil muertos en todo el planeta –4.251 hasta anoche en la Argentina– y mientras un estudio en fase 2 espera su aprobación en la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), más de 80 pacientes entre Córdoba, Buenos Aires y Jujuy recibieron ese medicamento experimental por uso compasivo. ¿El resultado? “Los pacientes con disnea, hipoxemia, con enfermedad moderada a severa y con comorbilidades de todo tipo experimentaron una mejoría inmediata de los síntomas”, adelantó a este medio Alexis Doreski, médico especialista en medicina interna, neumonólogo (MN 141740) e investigador clínico.
“Observamos que las personas mejoran absolutamente la disnea, disminuye la frecuencia respiratoria, hay un aumento en la saturación muy marcado en algunos pacientes, tan amplio que pensamos en un efecto llamado redistribución de flujo”, agregó el especialista a cargo del proyecto cordobés “Ibuprofeno inhalado” en Buenos Aires.
El abordaje es algo completamente innovador: su acción terapéutica es antiinflamatoria, bactericida así como viricida, y está destinada al potencial tratamiento de afecciones pulmonares, entre ellas el nuevo coronavirus causante de COVID-19.
La idea surgió hace siete años y es de Dante Beltramo, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del Centro de Excelencia en Productos y Procesos de Córdoba (Ceprocor), quien modificó la molécula del ibuprofeno haciéndola 100% soluble en agua para administrarlo en nebulizaciones con el objetivo de tratar a pacientes con fibrosis quística, una enfermedad genética con altas tasas de mortalidad que afecta a niños y adolescentes.
Con la posibilidad de establecer protocolos de tratamientos compasivos ampliados, con el aval del gobierno cordobés, Beltramo empezó a investigar si era posible aplicar la molécula para esta nueva enfermedad.
“El producto consiste en una ‘solución hipertónica de ibuprofeno’ (ibuprofenato sódico soluble)” que, al someterlo al sistema de nebulización, “genera partículas con efecto viricida, que al intercalarse en la bicapa lipídica de virus envueltos como el SARS-CoV-2 desestabilizan la membrana generando lisis, o sea, muerte del virus”, había apuntado el científico en mayo en una conferencia de prensa, en la que también estuvieron los ministros de Ciencia y Tecnología y de Salud de la provincia de Córdoba, Pablo de Chiara y Diego Cardozo respectivamente.
En qué consiste el tratamiento
“Consiste en la nebulización de ibuprofeno sódico, una forma farmacéutica diferente de la conocida molécula de ibuprofeno –puntualizó Doreski–. Si bien la molécula sigue siendo ibuprofeno, está vehiculizado de otra manera en forma de sal”.
En ese sentido aclaró que “es importante que la gente sepa que no debe usar el ibuprofeno que consigue en las farmacias para nebulizar, ya que no es lo mismo”.
“Se utiliza esta solución en forma de nebulización, logrando alcanzar la vía aérea pequeña con partículas muy pequeñas y se administra con un sistema de Helmet o casco con extracción de flujo a través de filtros, generando presión negativa en su interior mientras el paciente se nebuliza”.
Y tras referir que “se repite en todos los pacientes la mejoría contundente subjetiva de los síntomas”, sentenció que “con respecto a los parámetros medibles hay una evidente mejoría objetiva, evidenciada por frecuencia respiratoria, frecuencia cardíaca, saturación de oxígeno ambiente o con oxígeno a diferentes flujos, coloración de piel, mucosas y lecho ungueal, que pasan de evidenciar cianosis por la tonalidad azulada a mostrar un cambio rotundo hacia la normalidad”.
Consultado sobre en qué personas se puede usar, Doreski señaló que “en pacientes leves el efecto fue la negativización temprana. En pacientes moderados y severos antes de entrar en asistencia respiratoria mecánica el efecto es muy marcado y muy contundente. Se produce una mejoría muy evidente de la sintomatología y de los parámetros medibles”.
—¿Qué falta para que pueda comenzar a implementarse masivamente?
—Para implementarse masivamente se necesita un estudio clínico aleatorizado para probar ante la autoridad de medicamentos y ante la comunidad científica el efecto beneficioso de manera inequívoca e irrevocable. Otra manera de usarlo masivamente sería la implementación de una política desde el Ministerio de Salud similar a la que la provincia de Córdoba, adelantada al resto de la Argentina, emitió en abril, llamada “uso compasivo ampliado”.
“Desde el punto de vista clínico, los pacientes infectados por el nuevo coronavirus pueden presentar desde un cuadro leve de vías respiratorias altas hasta cuadros de neumonía aguda grave asociado a síndrome de distrés respiratorio y a fenómenos trombóticos (inmunotrombosis) que pueden progresar hacia falla múltiple orgánica y explicar así la mortalidad elevada en estos pacientes”. Según precisó Doreski, quien además es director de investigación clínica y uno de los fundadores de Fundación Respirar, “varios estudios observacionales sugieren que la infección por SARS-CoV-2 predispone a fenómenos de activación del sistema inmune excesivos y en algunos casos se produce una reacción que se denominó ‘tormenta de citoquinas’, que si bien está en discusión, lo que sí se acepta universalmente es que estos fenómenos inflamatorios e inmunológicos son los responsables de la mala evolución de estos pacientes y que se produce una inflamación sistémica severa”.
En las últimas semanas, se describieron miles de casos de niños con enfermedad inflamatoria multisistémica de forma inexplicable. “En todos los casos se demostró que los pacientes habían tenido contacto con el virus SARS-CoV-2 y habían cursado la enfermedad de manera asintomática –apuntó el experto–. Por esto se hipotetiza que este virus tendría una capacidad para generar una respuesta inmunológica aberrante y exagerada, con afectación de órganos incluso muchas semanas después de la resolución de la enfermedad”.
“En el caso de los adultos, el órgano de choque sería el pulmón y ya se sugiere que el eje de las investigaciones futuras debería pasar por los inmunomoduladores en vez de los antivirales”, agregó, al tiempo que concluyó: “La insuficiencia respiratoria grave que desarrollan los pacientes infectados podría explicarse en parte por el daño pulmonar en términos de lesión alveolar difusa asociado a una congestión capilar severa, así como debido a la microangiopatía trombótica pulmonar y a los fenómenos de coagulación intravascular diseminada (CID) como consecuencia de la respuesta inmune exagerada del huésped. A la luz de la evidencia actual y a partir de lo expuesto se enfatiza la importancia de evitar con drogas antiinflamatorias la progresión hacia el síndrome inflamatorio multisistémico activado por COVID-19”.
Qué es el uso compasivo de un medicamento experimental
Por definición, el uso compasivo de un fármaco en la Argentina se encuentra solamente en la Anmat, en su disposición 10401 de 2016, en la que supone únicamente “la importación de un medicamento registrado en otro país y no en la Argentina para tratar una patología que no tiene tratamiento aquí o el que existe es deficiente”, explicó el investigador.
“Todo el ámbito de investigación clínica está dentro de la autoridad de Anmat, en cambio, lo que es asistencia o medicina asistencial depende de los Ministerios de Salud jurisdiccionales”, agregó, al tiempo que puntualizó: “El marco jurídico internacional que legisla ‘intervenciones no probadas en la práctica clínica’ y que posibilita aún en nuestro país el uso compasivo de medicamentos experimentales, es la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial, que en su inciso 37 aclara que estas intervenciones deberán posteriormente ser sometidas a pruebas para demostrar su seguridad y eficacia”.
Y finalizó: “El uso compasivo se usa para casos extremos, cuando está en riesgo la vida de la persona, en una pandemia, o cuando hay riesgo de discapacidad. El COVID-19 puede dejar secuelas pulmonares muy severas en los casos en que no mata al paciente”