Cecilia y Marisela querían ser madres y se anotaron en el Registro de Adoptantes. Meses después se enteraron de que en un hogar, cerca de Posadas, un grupo de hermanitos esperaban por una familia.
Cecilia y Marisela se conocieron hace quince años, y en 2007 empezaron a salir. «Ella tenía 23 años y yo 25. Lo que menos pensábamos en ese momento era en tener hijos. Después de que se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario, decidimos casarnos y ahí empezamos a soñar con ser madres», explica Cecilia a TN.com.ar.
Según cuentan a Somos Familia, primero intentaron con tratamientos de inseminación pero no dieron resultado. «Fueron siete intentos desde 2016 hasta comienzos de 2018 cuando dije basta. De todos modos, siempre habíamos hablado de la posibilidad de adoptar, el problema era que para nosotras era algo completamente desconocido y todos nos decían que era muy difícil», explica Cecilia.
«En agosto de 2018 llenamos la planilla en el Registro de Adoptantes de la provincia de Buenos Aires, hicimos todos los trámites y al poco tiempo nos llamaron del juzgado de la Matanza para hacer los primeros informes. Fueron varias entrevistas y también vino una asistente social a casa», explica la pareja.
Marisela destaca la emoción que sentía cuando iban pasando cada una de las instancias hasta que lograron concretar la adopción. «Desde que empezamos a averiguar, en cada etapa que atravesábamos en el juzgado, yo salía llorando porque era un paso más que me acercaba a mis hijos. Cada papel que firmamos fue una emoción muy grande».
Cecilia agrega que al no tener información previa, se anotaron en el registro con mucho miedo e incertidumbre. «No conocíamos a nadie en nuestro entorno que hubiera adoptado. Empezamos a buscar información y llegamos hasta el grupo Ser familia por adopción».
Estar en contacto con personas que transitaban por la misma situación que ellas, parejas que se habían inscripto, que estaban en proceso de guarda, adopción o que tenían experiencia con sus propias familias, ayudó mucho a que entendieran los tiempos, los pasos a seguir y también, que adoptar a chicos adolescentes también era posible. «En enero de 2019 teníamos el apto y en marzo vi una convocatoria pública de aspirantes sobre tres hermanitos en estado de adoptabilidad en Misiones. Mandé un mail al registro de la provincia y me contacté con la directora del Registro de Aspirantes a la Adopción de la provincia de Misiones (RUAAM) «.
El lugar quedaba a 90 kilómetros de Posadas. La directora del RUAAM las invitó a que viajaran a conocerlos. «Según nos explicó en su momento, las edades eran 10, 11 y 14 años. En el juzgado nos contaron que eran cuatro hermanos, pero que el más grande, que cumplía 17 ese año, les había dicho que no quería ser adoptado. Desde ese momento, todo fue tan rápido que cuando nos quisimos dar cuenta, a los tres días ya estábamos conociéndonos con nuestros hijos en Misiones».
El primer encuentro de la familia
Después de manejar doce horas, llegaron al juzgado donde les dieron la autorización de la vinculación y después fueron directamente al lugar donde estaban los chicos. «Al principio fue un poco raro porque era un hogar evangélico y nosotras, una pareja de dos mujeres con intenciones de adoptar. Pero más allá de esa primera impresión, todo estuvo muy bien».
Ese día conocieron a los dos más chiquitos, porque los más grandes estaban en clase de educación física. «Pese a que no formaba parte de la convocatoria pública, decidimos hacer la vinculación con los cuatro. Alquilamos un departamento y nos quedamos quince días porque era mucha la distancia con Buenos Aires para ir y volver».
«Hace siete años que espero por este momento»
El recuerdo del primer encuentro con sus hijos las emociona.»Estábamos en la dirección y Eli y Joa golpean la puerta. La directora les dijo ‘ustedes saben que viven acá pero nosotros les buscamos una familia y ellas quieren ser sus mamás'».
«Eli no dijo nada y Joaquín que en ese momento tenía doce años, nos sorprendió con la primera frase: ‘Hace siete años que espero por este momento’. Fue muy fuerte porque de todas las cosas que habíamos pensado, nunca habían imaginado que íbamos a escuchar esa respuesta», confiesan.
Esa misma tarde conocieron a Gastón, de 14 años, que decidió cambiar su nombre. «Él tiene una discapacidad y no nos habló, solo nos miró. Si bien fue más complicado al principio, con él todo fue conocernos y la vinculación, una cuestión de abrazos».
Cecilia recuerda que Alexis, el mayor de los hermanos, estaba muy serio. «Nos dijo que podíamos intentarlo, pero que él no estaba dentro del proceso de vinculación. Además, nos contó que se había autoexcluido de la convocatoria para que sus hermanos tuvieran más posibilidades de ser adoptados».
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