Son 100 los pacientes que están en tratamiento en el Hospital Madariaga. La mayoría tiene entre 20 y 30 años, pero está en alza el interés por asesoramiento de chicos desde los 15 años.
En mayo de 2012 se sancionaba y promulgaba la Ley 26.743 de Identidad de Género en la Argentina, mediante la cual se garantiza el acceso al cambio del DNI acorde a la identidad de género a través de un simple trámite administrativo, sin necesidad de acreditar pericias médicas, así como las intervenciones quirúrgicas o tratamientos hormonales. Además, reconoce el derecho a la salud integral.
Diez años pasaron de ese acontecimiento y Misiones no es ajena a ello. En lo que refiere a los tratamientos hormonales integrales, son 100 los pacientes que actualmente los llevan adelante en el Hospital Madariaga, de Posadas. La mayoría tiene entre 20 y 30 años, y hay algunos de 60 años o más, aunque es creciente la consulta por información por parte de los adolescentes.
“Tenemos pacientes de todos los rangos etarios, pero están consultando cada vez más temprano, entonces tenemos pacientes más jóvenes. En el hospital no hacemos niñez, pero sí desde la adolescencia y vemos chicos desde los 15 años en el consultorio”, señaló, en diálogo con El Territorio, Florencia Rodríguez, endocrinóloga del hospital, aunque aclaró que esto no significa que opten por hacerlo.
Estas terapias hormonales tienen el objetivo de modificar los caracteres secundarios que provienen de las glándulas sexuales con las que se nació, es decir, buscan adaptar la imagen de la persona al género percibido.
Con la actualización en 2015 del Código Civil y Comercial, hubo modificaciones respecto a los derechos a la salud sexual y salud reproductiva, principalmente en relación a la edad y la capacidad para el ejercicio de los derechos vinculados al cuidado del propio cuerpo.
De esa manera se entiende, según el artículo 26, que los menores de 13 años sí deben tener consentimiento de sus progenitores. Mientras, entre 13 y 15 años, en caso de no tratarse de un procedimiento invasivo y riesgoso para la vida y/o salud, el adolescente puede consentir por sí mismo.
Desde los 16 años, en cambio, son considerados como adultos y pueden tomar sus propias decisiones sin consentimiento de sus padres o tutores.
Es así que las terapias hormonales, desde el punto de vista legal, pueden ser administradas a toda persona de 16 años o más que desee modificar su cuerpo en relación al género autopercibido, con la sola firma de su consentimiento informado.
En los niños que se autoperciban con la identidad del género opuesto al de nacimiento, a partir de los 10 años pueden recibir bloqueadores hormonales, pero el tratamiento más invasivo recién cuando su cuerpo esté preparado. No puede faltar el aval de sus padres o tutores. Sin embargo, no hay números en Misiones respecto a esta arista.
De qué se trata y los riesgos
Según explicó Rodríguez, el tratamiento y la intensidad dependerá de cada paciente, puesto que si bien no todos quieren realizarlo, también hay mujeres trans que prefieren seguir manteniendo ciertas funciones de la testosterona, como por ejemplo, las erecciones.
“Para los que sí quieren lo que se hace es dar la hormona del género opuesto deseado. Por eso a las mujeres trans (varones biológicos) se les dan estrógenos a distintas dosis y probablemente necesiten alguna medicación que sea un antiandrógeno, es decir, un anti hormona masculina porque la testosterona es una hormona muy potente”, describió Rodríguez.
En tanto, agregó: “Si son varones trans, es decir mujeres biológicas que se identifican con el género masculino, lo que se hace es dar testosterona en distintas formulaciones y maneras. Como la testosterona es una hormona más potente, en general alcanza con darle sólo eso para que los niveles de estrógenos endógenos -propios del paciente- bajen”.
Señaló que lo que se busca es es llegar a niveles hormonales que sean los normales al género deseado. Esto requiere de un seguimiento y un control de los profesionales puesto que en el proceso pueden aparecer efectos secundarios o complicaciones que obliguen a disminuir las dosis o directamente suspender los tratamientos.
A las mujeres trans los estrógenos se le suministran por vía oral, también se pueden dar por vía transdérmica. En los varones trans hay distintas formulaciones: por vía oral, inyectables que se ponen una vez casi tres meses, y un gel que se aplica a diario en la piel.
“Es importante que quede claro que la automedicación no es buena. No dejan de ser hormonas que cuando están en niveles que no son los adecuados, generan bastante efectos secundarios y algunos tienen complicaciones importantes. Inclusive pasa bajo controles nuestros, tuvimos que suspender algunos tratamientos”, remarcó la profesional.
Los tratamientos son de por vida y estos controles son sumamente importantes para ver su continuidad o suspensión.
Sobre los efectos secundarios o complicaciones que pudieran surgir, advirtió: “Cuando uno da testosterona puede aumentar mucho el índice de glóbulos rojos, de hemoglobina, eso puede dar aumento de la coagulabilidad de la sangre entonces hay más riesgo de trombosis. Puede haber aumento de la presión arterial, del colesterol, muchas cuestiones metabólicas”.
Y en esa misma línea, añadió: “En cuanto a los estrógenos también puede dar riesgo de trombosis. Pero en ambos casos lo que hay que tener en cuenta es el riesgo de los tumores, de los cánceres que son hormonodependientes y por eso siempre hay que estar haciendo controles en las mamas, tanto varones como mujeres, la próstata”.
Para cerrar, recomendó: “Sería ideal que sea un tratamiento interdisciplinario, que haya contención de todo el equipo de salud: el ginecólogo, el urólogo, el cirujano, el psicólogo, la familia, los amigos porque la transición no es fácil, hay situaciones difíciles de vida detrás de todo esto”.
Fuente, El Territorio.
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