Lorena Martínez cría sola al niño y no puede sacarlo del país porque tiene el apellido del padre, quien nunca se hizo cargo del menor. Lamentó un caso de “extrema burocracia”
Hace casi tres años, un hombre de nacionalidad brasileña abandonó en Oberá a su concubina y al hijo de ambos, a quienes nunca más volvió a ver ni asistió de ninguna forma. Previamente la mujer lo había denunciado por violencia de género.
Se presume que el progenitor regresó al Brasil, aunque tampoco hay certezas sobre su paradero actual, ya que perdió todo contacto con su ex y su hijo, hoy de 4 años.
Desde la desaparición del papá del menor, Lorena Ester Martínez (42) inició un trajinar interminable por el Juzgado de Familia y la Defensoría N° 2 de Oberá con el objetivo de obtener la tenencia de su hijo, puesto que el nene lleva el apellido de su padre, lo que impide su salida del país.
“Lo conocí al padre de mi hijo en Brasil, donde trabajaba. Nos mudamos a Oberá y al poco tiempo empezó la violencia, lo denuncié y despareció. Se fue en octubre de 2019 y nunca más supimos nada de él. Ni siquiera sabemos si está vivo”, comentó Martínez.
Actualmente, la mujer y su pequeño residen en Villa Bonita, municipio de Campo Ramón.
Martínez comentó que se encuentra desempleada, aunque en Brasil tiene amigos que le ofrecieron un buen trabajo.
En tal sentido, precisó que “el inconveniente es que mi hijo tiene el apellido del padre y sin su autorización no puede salir del país. Hace tres años que voy y vengo a la Defensoría y no me dan ninguna solución, lo único que hacen es fijar una audiencia tras otra, pero el padre ni siquiera se notifica. Estamos estancados en esa instancia y ya no sé qué hacer”.
Incluso, contó que en el juzgado reconocieron que las últimas dos citaciones ni siquiera fueron enviadas por falta de móvil.
“Esto no tiene sentido”
El último viernes Martínez asistió a la enésima audiencia fijada por el Juzgado de Familia y volvió a salir con las manos vacías.
Sin ocultar su malestar por una situación que se repite, subrayó: “Tiene que haber otro camino para solucionar este tema. El padre de mi hijo ni siquiera se notifica, menos va a venir nunca a una audiencia. No puede ser que siendo un padre ausente y que nunca se preocupó, tenga más derechos que la propia criatura. Esto no tiene sentido”.
Visiblemente indignada, la progenitora mencionó que el viernes fue la primera vez que vio en persona a su defensora, para lo que debió “hablar fuerte, porque si no, es como que no les importa”.
“Jamás le vi al juez en estos casi tres años de ir y venir. Capaz que ni está enterado de mí caso; capaz que hay casos más graves, pero en algún momento necesito una solución. Yo me voy a trabajar a Brasil y lo tengo que dejar a mi hijo con el abuelo, no es justo, siendo que soy su madre. Todo por la extrema burocracia que hay acá”, reclamó.
En diálogo, precisó que inició los trámites de la tenencia a fines de 2019 y el progenitor nunca ni siquiera se notificó a las sucesivas audiencias.
“Es como que esperan que un fantasma se presente”, graficó molesta por tanto apatía judicial.
Luego llegaron las restricciones por la pandemia de Covid-19, por lo que recién a fines de 2020 volvió a ser citada, ocasión en la que le manifestaron que debían comenzar todos los trámites de cero.
“Cada vez que voy me hacen firmar y me dicen que me van a notificar para otra audiencia porque no ubicaron al padre. Seguimos estancados y me tengo que conformar con eso. Es una locura”, opinó.
Violencia y secuestro de una semana
Según indicó Martínez, las citaciones al padre de su hijo son enviadas a la última dirección registrada en Oberá, aunque hace casi tres años que no vive más en ese lugar.
“Mandan a la última dirección de él y no hay nadie, ¿cómo se va a notificar? Él debe estar en Brasil. Pierden tiempo, me hacen perder a mí y perjudican a mi hijo”, reclamó.
Y agregó: “Para el juzgado el tiempo no importa, pero cuántos años más van a tardar. Van a esperar a que mi hijo cumpla 18. No habrá otra instancia, para eso tanto hablan de los derechos del niño. No sé nada de leyes, pero lo único que pido es poder moverme con mi hijo porque soy lo único que tiene. El padre se fue, no está ni va a estar”.
Sobre la convivencia con el progenitor del menor, mencionó que se conocieron en Brasil y luego se mudaron a Oberá, pero al poco tiempo de dar a luz la convivencia se hizo insostenible por los episodios de violencia.
“Me separé cuando mi nene tenía ocho meses porque el padre se volvió muy violento. Ya estando separados, en una ocasión me pidió para ver al nene y lo llevé, pero ahí aprovechó y me tuvo una semana secuestrada. Fue un horror. Cuando me pude escapar lo denuncié y despareció”, relató.