DOHA (Enviado especial).- El grito, los abrazos, la emoción, el puño en alto, el desahogo, la omnipresencia de Maradona, el recuerdo de Don Diego y doña Tota, el empuje para Lionel, las estadísticas, el récord, la historia, la confirmación, la contundencia, el quiebre al miedo escénico, todo en comunión se atragantó en el estadio de Lusail, con la derrota de Argentina ante Arabia Saudita en el debut del Mundial Qatar 2022.
El equipo luce aturdido, no esperaba semejante golpe al mentón. Es un sabor extraño porque hace más de tres años que sabía lo que es perder: nada menos que después de 36 partidos invicto. Y fue justo en el momento menos pensado, en el estreno de la Copa del Mundo, cuando se esperaba que todo reluciera, que se multiplicase esa ilusión que desde años no sentía. Pero no resultó, no alcanzó nada y una tormenta de arena le nubló el horizonte.
El aplomo, la seguridad y la presencia duraron 48 minutos. La fluidez, la claridad y la contundencia ofensiva apenas un puñado de minutos. Ni Messi fue la solución definitiva ni el laboratorio de Scaloni dio con la fórmula. Se metió en un mundo desconocido, porque la selección se perdió en el laberinto que le propuso Arabia Saudita y se sumergió en un limbo, porque Argentina llevaba 26 partidos sin ir abajo en el marcador. La última vez fue ante Paraguay en noviembre de 2020 por las eliminatorias (1-1, en La Bombonera).
Estuvo a un paso de subirse a la historia. Perseguía, sin proponérselo, una marca importante: alcanzar la marca que tenía Italia de partidos sin derrotas. No es menor la marca de 36 partidos que ostentaba, pero el traspié en este estadio que tuvo una asistencia de 88.000 personas es un golpe muy grande como para poder detenerse en ese registro. Aunque sí sirve como punto de partida porque consiguió llevar hasta allí con una identidad definida, apoyada en la solidez y en la buena variedad de recursos a la hora de atacar al rival. En Lusail, en la apertura de esta Copa del Mundo se le corrió el maquillaje y se desfiguró ante un rival que lo aturdió.
Un penal temprano en los pies de Messi le dio aire, tres tantos anulados por posiciones adelantadas (una de Messi y dos de Lautaro Martínez), desnudó que en los papeles de la planificación se perdió algún dato en el camino y el arranque del segundo acto terminó por exponer que no todo estaba tan ajustado como parecía. Cuti Romero, en la primera acción profunda de Arabia Saudita, tuvo que exigirse de más, no llegó a tapar el remate de Al Shehri y se lo vio con un gesto de dolor. Uno de los “tocados” que llegó hasta aquí, al debut, y se salvó de los cortes no soportó el primer impacto. Y apenas un par de minutos después, llegó el cachetazo definitivo, porque Aldawsari sacudió de realidad a la Argentina con un golazo imposible. Uno de esos que imaginaba la Argentina para sí, con Messi como protagonista, pero de tanto ensueño se le machucó la nariz cuando se dio contra una pared.