Por Redacción
En el corazón de Oberá, una transformación silenciosa lleva años gestándose. Mientras las fachadas del centro mantienen el pulso tradicional de la ciudad, tras bambalinas se construye lo que promete convertirse en uno de los hitos comerciales más importantes de las últimas décadas para la Capital del Monte: el primer shopping center de su historia.
Se trata de un proyecto ambicioso, con más de 40 locales comerciales distribuidos a lo largo de un paseo que conecta dos arterias emblemáticas —la avenida José Ingenieros y la calle Jujuy— y que viene siendo impulsado, desde hace 16 años, por un vecino de raíces profundas en la ciudad: Claudio Casco.
De una tienda familiar a un sueño colectivo
La historia de este nuevo centro comercial está tejida con hilos de esfuerzo, tradición y visión de futuro. Su origen no es corporativo ni multinacional. Nace del impulso de una familia obereña que apostó por quedarse, crecer y aportar al desarrollo local desde el lugar que conocen como propio.
Claudio Casco, contador de profesión y comerciante por vocación, camina las mismas veredas donde su padre fundó, en 1976, la histórica tienda Silmar. “Prácticamente nací en esta cuadra”, comenta, con una mezcla de nostalgia y orgullo. “Toda mi vida estuvo ligada al comercio local. Este shopping no es solo una inversión económica: es una inversión emocional, histórica y afectiva”.
A lo largo de los años, Casco fue adquiriendo propiedades estratégicas en la zona céntrica con una idea en mente: generar un espacio moderno y accesible que no solo fomente el consumo, sino que se transforme en un nuevo punto de encuentro para la comunidad. En 2009 dio el primer paso concreto y, desde entonces, el proyecto fue tomando forma, paso a paso, hasta convertirse en la gran obra que hoy se acerca a su etapa final.
Un centro comercial con identidad obereña
A diferencia de los grandes shoppings urbanos que replican un mismo modelo en diferentes ciudades, este paseo comercial fue pensado con una lógica local. Su objetivo no es traer franquicias exclusivas ni imponer un estilo ajeno, sino fortalecer la identidad comercial obereña, generando oportunidades para emprendedores, comerciantes y marcas de la región.
“Queríamos evitar el típico shopping de lujo o inaccesible”, explica Casco. “La idea fue siempre construir un espacio inclusivo, donde los pequeños negocios tengan las mismas posibilidades que una gran marca. Este centro comercial es para todos”.
El diseño del espacio también responde a esa filosofía. Contará con un nivel principal que albergará los locales comerciales y una torre gastronómica de tres pisos, desde donde se podrá apreciar la Cruz de Santa Ana, un ícono regional. Además, habrá un patio cervecero, un sector gastronómico diverso y áreas pensadas para el disfrute familiar, como un pelotero infantil y espacios de esparcimiento.
Con una extensión de más de 100 metros lineales, el paseo conectará dos de las calles más transitadas de la ciudad y promete modificar el flujo peatonal y comercial del centro.
Inversión local, impacto local
Una de las características más destacables de este emprendimiento es su origen y desarrollo íntegramente obereños. La financiación se obtuvo a través de fondos propios y créditos de bancos nacionales como el Macro y el Hipotecario. La obra, que ya lleva un 90% de avance, fue ejecutada casi en su totalidad por empresas y proveedores locales.
“Solo las losas fueron importadas. Todo lo demás —desde la mano de obra hasta los materiales— es de Misiones. Apostamos a que el dinero circule dentro de la provincia y genere un efecto multiplicador”, detalla el empresario.
La apertura parcial está prevista para diciembre de este año, con una inauguración completa proyectada para mediados de 2026. En su etapa plena de funcionamiento, el centro comercial prevé generar al menos 100 empleos permanentes, entre atención al público, administración, mantenimiento y seguridad.
Casco no oculta que la coyuntura económica representa un desafío constante. “Las ventas bajaron, el movimiento comercial se resintió. Pero este proyecto ya tiene su propia inercia. Llegados a este punto, no se trata solo de números: se trata de sostener lo construido, de resistir, de creer”.
Más que ladrillos: un legado familiar y urbano
Detrás de cada decisión tomada, Casco y su familia han puesto más que recursos: pusieron su historia, sus valores y su esperanza en el futuro. Su esposa, Paula, y sus cinco hijos lo acompañan en este proceso, participando activamente en distintas etapas del desarrollo. “Es un proyecto familiar en todo el sentido. Lo empezamos juntos y lo vamos a terminar juntos”, dice.
Para el empresario, el shopping también es una forma de rendir homenaje a su padre, quien llegó desde Paraguay siendo niño y forjó una vida en Oberá, confiando en el trabajo y el esfuerzo. “Nos criamos acá, nunca nos fuimos. Este emprendimiento es una forma de devolverle algo a esta ciudad que nos dio tanto”.
Esa misma filosofía fue la que los llevó a no detenerse, a pesar de las dificultades económicas del país y del riesgo que implica invertir a largo plazo en contextos inestables. “Lo más difícil no es el dinero. Lo más valioso que se pone en juego es el tiempo, la paciencia, la fe”, reflexiona.
Un nuevo espacio para encontrarse
Además de dinamizar la actividad económica, el futuro shopping se perfila como un nuevo centro social y cultural para Oberá. Su propuesta gastronómica, sus espacios recreativos y su ubicación estratégica lo convierten en una alternativa no solo para las compras, sino también para el esparcimiento y el turismo.
Con su torre gastronómica de tres pisos y su patio cervecero, el paseo busca posicionarse como un polo de atracción tanto para los obereños como para visitantes de otras localidades. “La idea es que la gente quiera venir, pasear, encontrarse. Que no sea solo un lugar para consumir, sino para vivir experiencias”, afirma Casco.
Esa mirada integral también incluye propuestas de accesibilidad, diseño amigable para adultos mayores, niños y personas con discapacidad, y espacios verdes que humanicen la arquitectura.
Acompañamiento institucional y visión compartida
Desde el municipio, el emprendimiento fue recibido con entusiasmo. El intendente Pablo Hassan —quien mantiene un vínculo fluido con el sector privado— expresó su respaldo al proyecto, entendiendo su importancia tanto para el desarrollo económico como para el perfil urbano de la ciudad.
“Es fundamental que el Estado acompañe a quienes invierten y apuestan por el crecimiento local”, señaló el intendente en distintas ocasiones. Casco coincide: “Contar con un gobierno municipal que entiende, escucha y acompaña es clave. No se trata solo de dar permisos, sino de generar condiciones para que los proyectos prosperen”.
El impacto futuro: Oberá como ciudad comercial regional
La construcción de este shopping llega en un momento clave para Oberá, que desde hace años busca consolidarse como un polo regional, no solo en lo educativo y cultural, sino también en lo comercial. Con más de 60 mil habitantes y una ubicación estratégica en el centro de Misiones, la ciudad tiene un enorme potencial para atraer consumidores de localidades vecinas, turistas y nuevos inversores.
El centro comercial representa, en ese sentido, un primer paso hacia una Oberá más moderna, competitiva e inclusiva, que se anima a reinventarse sin perder sus raíces.
“Esto es solo el comienzo. Soñamos con un centro más dinámico, con más propuestas, con más vida”, sostiene Casco. Y remata: “Este shopping es nuestro granito de arena para ese futuro”.
Epílogo: cuando los sueños se construyen en comunidad
En tiempos donde muchas inversiones miran hacia los grandes centros urbanos o hacia proyectos de rápida rentabilidad, la historia de este shopping obereño destaca por su coherencia, su compromiso y su anclaje territorial. No se trata solo de negocios, ni siquiera solo de empleo: se trata de apostar por una ciudad, de creer en su gente, de construir futuro desde lo local.
Y si bien el cartel de “próxima inauguración” puede parecer apenas una promesa, detrás de él hay 16 años de trabajo silencioso, cientos de decisiones difíciles, noches sin dormir y un sueño familiar que se convirtió en proyecto colectivo.
La Capital del Monte está por abrir una nueva puerta. Detrás de ella, hay mucho más que locales y luces: hay historia, fe y una mirada que se anima a pensar en grande.

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