La presión devaluatoria tomó respiro en la primera semana de gestión del nuevo Ministro de Economía de la Nación. La delicada situación financiera de una economía con alta inflación es azuzada por una oposición cuyo único objetivo es acceder al gobierno para ejecutar un ajuste de grandes proporciones. El accionar de Juntos por el Cambio a nivel nacional es similar al que se observa en la tierra colorada.
El debut de Sergio Massa como titular de la cartera económica del gobierno nacional fue auspicioso en cuanto a la baja de los distintos dólares paralelos (Blue, Contado con liquidación, MEP) y a la difusión de ciertos lineamientos de su gestión.
Uno de los ejes sobre los que hizo foco el flamante ministro fue el de no devaluar el tipo de cambio oficial. Esto, una variación brusca del valor del dólar con respecto al peso, es el objetivo de la corrida cambiaria motorizada por grandes grupos concentrados que tienen el núcleo de su actividad económica en la exportación, así como por los especuladores de siempre.
La decisión de no propiciar una fuerte devaluación de la moneda está atada a otra premisa expresada por Massa al asumir al frente del ministerio de Economía: la búsqueda de dólares como objetivo central de gestión para engrosar las escuálidas reservas del Banco Central (el dato de cierre de esta semana es una seria advertencia para el gobierno nacional: el BCRA perdió casi 700 millones de dólares por importación de energía, un commodity que aumentó fuertemente tras la guerra en Ucrania).
Frente al delicado equilibrio que tiene que hacer Massa entre lo financiero y la economía real, el desempeño del ministro es la última posibilidad de futuro del Frente de Todos, se erige una oposición brutal que ve en la debilidad del oficialismo una ventana hacia 2023 para poder llevar a cabo un ajuste brutal de la economía y la sociedad argentina, con aceptación y/o resignación de buena parte de la población.
Es que desde Juntos por el Cambio no disfrazan sus propósitos si lograran acceder al sillón de Rivadavia el próximo año: atrás han quedado la “revolución de la alegría”, el “si se puede”, “no vas a perder nada de lo que tenés” o “venimos a mantener lo bueno y corregir lo malo”. Esa estrategia de marketing fue exitosa porque no había experiencia de gobierno previo. Luego del periplo de Macri en Casa Rosada la situación cambió.
Hoy no se ocultan las intenciones. Pese a que existen distintas líneas internas, todos coinciden en llevar a cabo un reformateo del Estado argentino en beneficio del capital y en detrimento de los trabajadores. Mauricio Macri ha señalado en reiteradas ocasiones que de acceder a un segundo mandato haría lo mismo pero más rápido, ya que, según su visión, no tuvo tiempo de tomar todas las medidas que requiere la Argentina. El alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta mencionó que el próximo presidente tendrá no 100 días de “luna de miel” para ejecutar acciones imprescindibles, sino 100 horas. Mientras que Patricia Bullrich, presidenta del PRO, ha dicho que no vería con malos ojos un adelantamiento de las elecciones y ella tomar la administración central porque el país necesita reformas urgentes.
El libreto es el conocido y aplicado por los partidos que integran JxC, principalmente el PRO y la UCR: flexibilización laboral, salarios bajos y alta desocupación, endeudamiento externo nacional y provincial, quita total de subsidios a energía y transporte, privatizaciones de empresas del Estado, desindustrialización y hasta dolarización total de la economía forman parte de ese encantador menú.
La dinámica opositora a nivel nacional se replica en Misiones, la facción local de JxC exhibe fuertes fisuras y divisiones, incluso sin diálogo de sus referentes entre sí. La posibilidad de una fuerte sangría, que incluya rupturas y alejamientos, dejó de ser un simple rumor para transformarse en una chance concreta cuando llegue el momento de elaborar una plataforma política de cara a las elecciones de 2023 y, fundamentalmente, cuando deban elegir los candidatos que integren las respectivas listas de JxC en la tierra colorada.
Todas las mediciones conocidas hasta el momento, de encuestadoras que miden para distintos espacios políticos, dan como ganador al Frente Renovador el año que viene, lo cual explica el apuro y los roces que se producen por ocupar los primeros lugares de las listas legislativas para poder asegurarse un cargo a futuro.
Al igual que en el plano nacional, en Misiones la oposición no expone plan alguno y solo apuesta a que empeore la situación económica y social.