Se reportó la muerte de unas 240 vaquillonas en un establecimiento de Curuzú Cuatía en la provincia de Corrientes. La causa de esta tragedia se atribuye a una presunta intoxicación con nitratos, generando una pérdida económica estimada en más de $24 millones.
Las vaquillonas, que tenían un peso promedio de entre 220 y 240 kilos cada una, se alimentaban de un verdeo de raigrás. La intoxicación con nitratos es un fenómeno que se ha observado con mayor frecuencia en áreas afectadas por la sequía, donde los niveles de las napas subterráneas están peligrosamente bajos. En el establecimiento en cuestión, que alberga alrededor de 900 cabezas de ganado, solo el lote que consumió la alimentación afectada ha sufrido pérdidas hasta el momento.
Fuentes del gobierno provincial han indicado que se han registrado otros casos similares en la región y que se ha lanzado una campaña de concientización dirigida a los agricultores para advertir sobre los posibles riesgos en el contexto actual.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ha señalado que las condiciones de déficit hídrico pueden provocar cambios en el comportamiento de las plantas, lo que a su vez puede llevar a una mayor absorción y concentración de nitratos. Estos compuestos nitrogenados, presentes en el suelo y el agua, son absorbidos por las plantas para convertirse en proteínas vegetales. Sin embargo, en condiciones de sequía, las plantas pueden acumular nitratos en concentraciones tóxicas.
No es la primera vez que se reporta un incidente de este tipo en Argentina. En mayo pasado, ocurrió un suceso similar en la provincia de Entre Ríos, donde alrededor de 200 novillos perdieron la vida después de consumir pasturas con exceso de nitratos. El fenómeno se extendió por varios departamentos del territorio entrerriano, especialmente en la zona conocida como Rincón de Nogoyá, en el departamento Victoria.
El INTA ha aconsejado a los agricultores que combinen cultivos potencialmente peligrosos con otras opciones forrajeras para disminuir la dosis tóxica y evitar que los animales se vean expuestos a la alimentación peligrosa cuando están hambrientos.
Asimismo, se recomienda un consumo gradual de estos recursos peligrosos y tóxicos, permitiendo que la microbiota ruminal de los animales se adapte gradualmente a la nueva alimentación, disminuyendo así el riesgo de intoxicación.
Fuente, Misiones Online.
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